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Dominica terciaria, mística y Doctora de la Iglesia. Participó de forma activa en los asuntos públicos de su tiempo. Se llamaba Caterina Benincasa y nació en Siena en 1347 en familia humilde. Su cultura era escasa, pero Dios obraba maravillas por su medio. De niña afirmaba tener visiones y vivió con gran austeridad. A los 16 años ingresó en la Tercera Orden de Santo Domingo en su ciudad natal.
Muy pronto comenzó a dictar cartas a diversos personajes eclesiásticos sobre la situación de la Iglesia, en pleno cisma de Occidente. En 1374 Raymond de Capua, futuro rector general de la orden dominica, fue designado su director espiritual. Fue él quien le aconsejaba y servía de intermediario.
En 1376 viajó a Aviñón para pedir la paz para Florencia a Gregorio XI. Fracasó en esta misión, pero persuadió al Pontífice para volver a Roma y finalizar la estancia del pontificado en Aviñón. Sufrió mucho al estallar en 1378 el Gran Cisma de Occidente, por elegir a un Papa los cardenales de Aviñón y a otro los de Roma. Viajó para entrevistarse con el Papa de Roma, Urbano VI, y pedirle que hiciera todo lo posible por mantener la unidad de la Iglesia.
Murió en esta ciudad el 29 de abril de 1380 sin haberlo conseguido, pero dejando en muchos el mensaje y la advertencia. Su cuerpo quedó enterrado en la iglesia de Santa María sopra Minerva. Fue canonizada por Pío II en 1461 y nombrada Doctora de la Iglesia en 1970 por Pablo VI.
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